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Adolescencias y embarazos, algunas reflexiones (enero 2012)


Intervención realizada durante la Plenaria de la “Xarxa d’infants i adolescents de Cornellà de Llobregat (Barcelona) sobre el tema: Adolescencies i embarassos” en la que participaron psicólogos, educadores y trabajadores sociales.



Introducción:

Agradezco la gentil invitación de Eugenio Díaz y de Montse Sanllehy que me permite estar hoy con ustedes y poder compartir algunas reflexiones sobre la cuestión de los embarazos y de la maternidad en la adolescencia.

Para entender mucho del tema que nos convoca en esta jornada hemos de reconocer que lo que recorre esta cuestión, es decir lo que se pone en juego cuando hablamos de embarazos en la adolescencia, cuando hablamos de elecciones a cerca de la maternidad temprana, es lo Inconsciente, lo que está en juego, en cierta forma es el hilo conductor de la problemática.

Lo que decimos es una verificación. No se trata de una cuestión de creencias ni mucho menos. Sino de una constatación en nuestra práctica (de más de 20 años) y la de muchos colegas.

La dificultad de muchos profesionales de no reconocer esto supone, precisamente, un obstáculo en el abordaje y el trabajo con las adolescentes. Muchas veces se toma la vía de la educación o de ciertas prácticas conductuales en las cuales los adolescentes no se reconocen y nos llevan a vías cerradas.

Finalmente una aclaración: en esta conferencia hablaremos solamente de los casos en los que las relaciones sexuales han sido consentidas.


El contexto:

Proponemos situar el tema que nos convoca hoy en relación a un contexto, de manera que nos sirva para entender qué de lo que pasa tiene que ver con la época y qué no. Las características propias de esta época, que conforman el caldo en el que se desenvuelven los adolescentes son:

  • Crisis de los modelos de organización (familia, escuela, etc.)

  • Declive de la figuras de autoridad.

  • Exigencias superyoicas que empujan a consumir, a elegir y a gozar.

  • Búsqueda de satisfacción inmediata.

  • Los objetos son efímeros, esto se replica en las experiencias y en las relaciones que también lo pueden ser.

  • Nada es para siempre. Esto se traduce en relaciones en las que no hay compromiso.

  • Normas y referentes poco claros.

Las adolescencias:

¿De qué hablamos cuando hablamos de adolescencias? De entrada el plural nos muestra la imposibilidad de establecer una generalización del tipo “los adolescentes de hoy en día”.

Nos encontramos con una gran variedad de salidas en la adolescencia, muchos matices, casi tantos como adolescentes hay. Lo cual nos obliga en general a ver a cada adolescente en su particularidad, en el caso por caso.

¿Cómo definiríamos esta época de la vida de un sujeto? Se me ocurren tres ideas:

1. La elaboración de los cambios ocurridos en el cuerpo durante la pubertad.

2. El momento de pasaje de lo endogámico a lo exogámico. Es decir del paso de tener un lugar en un grupo familiar, a salir de él y constituir el propio.

3. El tiempo de transformación que un sujeto se da para encontrar su lugar en el mundo así como la definición de su posición sexuada. En el caso de la niña (que nos ocupa hoy) es dar respuesta a la pregunta que es ser una mujer.

Vemos como en las tres ideas se repite la dimensión del tiempo. Suponen un paso lógico en un tiempo x, en el que ocurre un duelo (por la infancia, por el cuerpo infantil, etc.) y la búsqueda de un objeto. Esto le supone al sujeto el reto de tener que realizar elecciones en un tiempo presente. Ya veremos como en el caso de las madres adolescentes o madres prematuras se da, en efecto, la paradoja de una elección forzada que lo será para siempre, sin vuelta atrás.

Ahora la vida es elegir, no elegir, ser elegido, no serlo. Es parte de nuestro tiempo. Estas elecciones de nuestra época, tal como lo señalábamos al principio, son un imperativo. Los adolescentes, como los adultos, son empujados al consumo, objetos tecnológicos, alcohol, video juegos, nuevas experiencias. Y los sujetos tienen problema de hacerse responsables de lo que les pasa, de lo que desean. Constatamos en la clínica que no se trata del par responsable - irresponsable que supondría una condición de tipo moral sino se trata de ser responsable de lo que me pasa o ser “(a)responsable” si se me permite el neologismo. Todo lo que le ocurre a este sujeto en cierta forma siempre es por el otro, no depende de mí.


Acting out y embarazo

Decíamos que el adolescente vive en el tiempo presente. Está muy ocupado en desligarse del pasado y en lo que le ocurre en este momento. El tiempo presente es en cierta forma un tiempo sin consecuencias. De ahí que proliferen las actuaciones, los llamados actings out como intentos de respuesta a lo que el sujeto padece. Son intentos fallidos de constituir un síntoma, en el sentido de que sea problemático y que constituya un armazón simbólico para el sujeto. Más bien los actings son problemáticos para los adultos que están alrededor, familia, educadores, etc. El sujeto en efecto no se hace responsable de ellos.

En muchas adolescentes que quedan embarazadas hay una frase que se repite:

“Yo pensaba que no me iba a pasar”

Detengámonos en lo que que significa esta frase con la ayuda de lo inconsciente que está en juego en los actings out. La negación, el no de la frase, supone lo contrario, de manera que podemos pensar la frase como:

“yo pensaba que me iba a pasar”, allí está el Sujeto.

Otra forma de verlo es que el yo de la frase estaba elidido en el momento del acting, de manera que tenemos:

“esa no era yo”, “no soy yo la que está allí”

Lo que precisamente no hubo allí fue pensamiento, es decir el sujeto pensaba nada. La frase, pues, podría enunciarse como:

“Yo actué para que me pase”

En el acting precisamente hay un no pensar, un desconocer, no hay palabra, hay un actuar. La actuación opera bajo el fantasma de cada uno.

Recuerdo un caso de una adolescente que se situaba frente a los chicos en una situación de maltrato, de ser el resto para el otro. Se “enrollaba” con chicos que tuvieran novia para sentirse “la otra”, cuando se encontraba con chicos que la querían los rechazaba. Para sostener su fantasma, hacia lo que le pedían, por ejemplo no usar condones en sus encuentros sexuales cuando así se lo pedían. Luego se sentía muy angustiada y desvalorizada. Este ejemplo que comento nos muestra que en general el embarazo de una adolescente no se trata de un error, de un no saber o un problema de falta de educación o de información. Sino que se pone en juego el propio fantasma.

Ser mujer, ser hombre, ser madre, son datos que se constituyen, no es algo que se dé de forma natural. Lo que guía este camino que nunca es recto y tiene sus vicisitudes es el Deseo.

Philipe Lasagna(1), psicoanalista francés, plantea que la adolescencia es el pasaje de ser deseado o no serlo para otro cuando se es niño a ser un sujeto deseante. De manera que la falta de objeto de deseo y su búsqueda se convierten en un motor para la vida. Señala que esto se va modulando a través de diferentes experiencias de pérdida, de duelos que son tan propios en la adolescencia. La maternidad prematura vendría a taponar esto, a suturarlo, pudiendo dar la ilusión de completud. En cualquier caso eso ya deja la huella de algo problemático para la adolescente.

El pasaje de la niñez a la adultez supone para la niña por un lado asumir el cuerpo biológico de una mujer con la capacidad de procrear, de ser madre, al mismo tiempo el tener un cuerpo que pueda ser deseado por otro. La adolescencia sería el tiempo de elaborar esto, el tiempo de elaborar la respuesta al enigma de que es ser mujer.

El embarazo y la maternidad son ciertamente intentos de dar respuesta a estas preguntas por parte de la niña. Sin embargo, hay un tiempo que se adelanta hay una respuesta que le llega a la niña de forma precoz. A la pregunta por la femineidad la respuesta que se da la niña es la maternidad. Se tapa el enigma. No hay elaboración. Hay una precipitación del tiempo, de manera que no hay tiempo para comprender.


Madres adolescentes o Madres prematuras:

Os propongo que en vez de hablar de madres adolescentes al menos aquí como hipótesis de trabajo hablemos de maternidad prematura. Tomemos este significante y veamos qué quiere decir: adj. Que se da antes de tiempo. Sinónimo de precoz y de precipitado(2).

Aparece la dimensión del tiempo, y de algo que ocurre antes de cuando debería ocurrir. Una precipitación. Ya no se trata solamente de un posible acting out como en el embarazo sino que hay un segundo tiempo en la elección de seguir adelante. Así, de los tres tiempos de los que habla Lacan(3) tenemos el instante de ver y el momento de concluir. Es decir, se realiza una elección forzada, de manera que muchas veces no hay el tiempo necesario para comprender (esto se hará muchas veces a posteriori). Casi no hay distancia entre la primera relación sexual y la maternidad(4) de manera que en la elaboración de los cambios corporales para asumir una posición de mujer lo que aparece es una respuesta. Hay pues una precipitación del tiempo. Convergen el tiempo de la noticia del embarazo, el tiempo de la decisión de si tenerlo o no, el tiempo de comunicarlo a los padres, el tiempo del embarazo y de los cambios corporales.

En la madre prematura la salida de la adolescencia se confunde el ser mujer con ser madre. En cierta manera la adolescente no puede elegir. Así podemos decir que son sujetos que no son de nuestro tiempo. Nos preguntamos, hasta donde realizan una verdadera elección, ya que se ha impuesto algo por así decirlo. De manera que las otras formas de realización fálicas de esta época como el trabajo, los estudios, como el vivir la vida de los jóvenes se ven obstaculizadas, se ven cuestionadas.

Antiguamente ser madre era la forma de realizarse como mujer. Ahora está separado. Se puede ser mujer y no ser madre por ejemplo y que esto sea una decisión, o ser madre de forma muy tardía. Convengamos que el embarazo adolescente es un síntoma social, en el sentido de que es eso que nos interroga, que nos interpela y que la sociedad a través de sus agentes necesita dar respuesta. Durante mucho tiempo ha sido un estigma social y aun de otra forma lo sigue siendo. En tiempos que la adolescencia se alarga, que los adultos buscan seguir siendo adolescentes, que los ideales pasan por realizarse individualmente y gozar de la vida, este fenómeno va a contracorriente. De manera que la madre prematura queda bajo otra lógica que el resto de las adolescentes. Se pasa de un más de goce (por el encuentro sexual), más del niño, a un menos, por quedar en lugar difícil a nivel social, un lugar de segregación.

Finalmente, estas madres prematuras se encuentran en un medio lleno de demandas muchas veces difícil de soportar. Demandas de ocuparse del niño, de ocuparse de ellas, de mirar al futuro, de cargar muchas veces con la culpa de su propio acto.

¿Qué pueden hacer los profesionales que trabajan con estas madres? Se trata de acompañarlas en este proceso que ha de incluir el tiempo de comprender, de aceptación, de ayudarlas de forma muy discreta y en la medida que se consienta a ello a afianzar la relación con el recién nacido dada la inexistencia del instinto maternal, relación que se ha de poder construir aceptando las renuncias que ello supone. Ayudar a crear una red que sostenga, una red simbólica que será muy necesaria para el niño. Se hace necesario muchas veces cuando es posible el trabajo con el partenaire, con la familia, etc.


Anexo:

La sexualidad no es igual a las matemáticas(5):

La información sobre la sexualidad no es igual que otras informaciones. Se trata de un saber diferente por ejemplo al saber que se pone en juego cuando se pregunta cuáles son los ríos de Europa o sobre matemáticas. La gran paradoja es que en la llamada “sociedad de la Información” como se podría definir a nuestra época, parecería que hay adolescentes que no se quieren “enterar”. ¿Son ellos los que están equivocados cuando confunden la Trompa de Eustaquio con la trompa de Falopio? ¿Se trata de un problema de falta de educación?

La información está a su disposición, nunca fue más fácil su acceso. Hay adolescentes que saben sobre algunos temas más que sus profesores sobre las mal llamadas “nuevas” (para nosotros nuevas, no para ellos) tecnologías. En este sentido, ¿de qué hablamos cuando hablamos de Educación Sexual? ¿Por qué muchos de estos programas fracasan? ¿Por qué las tasa de embarazos no disminuye? ¿Hay un verdadero cuestionamiento sobre la eficacia de estos planes? Muchas veces se trata de planes pensados “pour la gallerie”, pensemos en los spots publicitarios de los últimos 15 o 20 años que logran que se hable el tema, pero no necesariamente son eficaces. Más bien pueden ser un buen complemento. Los planes de prevención tal como se plantean, están bajo la lógica del para todos, de lo universal. Y debemos insistir que aquí se trata de lo particular, del cada caso. Lo digo de una manera exagerada pero muy gráfica: vemos sesiones en escuelas en las que un joven moderno con piercings y con vocabulario “cool” enseña a adolescentes a poner un condón. ¿Tan difícil es ponérselo?, ¿por qué si hay adolescentes que aprenden a ponérselo, cuando llega el momento no lo usan?

No es un problema solamente de educación evidentemente.

Y ¿qué hay de los adolescentes que no quieren tener relaciones sexuales, que les pueda incomodar pasar por estas experiencias de prevención? ¿Por qué chicos de 6to de primaria pueden recibir folletos que les explica que es una fellatio, si muchas veces no están preparados subjetivamente para ello, ni es algo que les preocupe en este momento?, más bien muchas veces a estos púberes y adolescentes les preocupan otras cosas sobre su sexualidad que no se aborda, que se evita.

Mi hipótesis es que en cierta forma se infantiliza al adolescente, se lo degrada. No se le permite tratar estas cuestiones como más les pueda convenir. El error es tratar a la sexualidad como otra asignatura más del sistema escolar. Nos oponemos a la expresión de “educación sexual”, como si el adulto que enseñara supiera todo sobre su sexualidad, y no tuviera dificultades, con un tema que es de por sí problemático.

Lo aceptemos o no es un saber que tiene que ver con lo inconsciente y vinculado al cuerpo. Lo inconsciente opera, de manera que muchas veces ese saber se niega, se reprime. Es el caso como lo hemos visto de las actuaciones en las que no media el pensamiento, hay un empuje a actuar.

¿Cuál pensamos que debería ser la lógica de un plan de prevención? A continuación algunas propuestas basadas en experiencias que venimos llevando a cabo en múltiples institutos desde hace muchos años y con mucho éxito:

1. Dar información, poca, necesaria y clara en folletos que los adolescentes puedan leer. La información que demos nosotros no debería ocupar más de un 20% de un programa de prevención. Hay mucha información que los adolescentes pueden obtener a través de trabajos de investigación en grupo y que será mucho más eficaz.

2. La información tiene que ser significativa para el adolescente, de manera que tenga que ver con aquello que le preocupa en un momento determinado. Ej. a los 13 años la temática no ha de tener que ver con las relaciones sexuales sino con la identidad sexual que cada uno se está construyendo.

3. No aleccionar. Ya que es lo que muchos adolescentes rechazan de los adultos. Adultos hablando, adultos enseñando, adultos moralizando. Adultos que saben de lo que muchas veces no saben.

4. Dar la palabra al adolescente. Un programa de prevención no es tanto un problema de información. Se trata de que muchas veces los adultos hagan lo que yo llamo un silencio activo. Silencio que ayude a que el otro hable. Puede hablar individualmente o en grupo.

5. Promover la conversación y los espacios de dialogo. Hace falta crear espacios de confianza y de transferencia. Se trata de acompañar a los adolescentes.

6. Acompañarlos en el proceso de elaboración de lo que les pasa. Que sean ellos que le vayan dando un sentido a lo que les preocupa. No ser nosotros.

7. Buscar fórmulas de trabajo individual con aquellos adolescentes que pudieran estar potencialmente en situaciones de riesgo.


Notas: 1 Revista de psicoanálisis Mental Nº 23 pág. 27 2 Diccionario RAE. 3 Lacan, J. El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada. Un nuevo sofisma. 4 Szewach, C., Madre, ¿no ves que parto?, Revista Principio. Editada en Bs.As. 5 Este tema está más desarrollado en mi libro “Tiempo de transformación”, Editorial Síntesis, en el capítulo 3 en el apartado “La escucha atenta”.

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